Publicado 17 de abril de 2023 en Cuidado Personal, Dermocosmética por Ricardo Avella
Usar un protector solar adecuado puede proteger tu piel de patologías y envejecimiento prematuro. Encuentra aquí todo lo que debes saber sobre este producto.
La piel tiene como principal función proteger el cuerpo de agentes climáticos como el sol. Por ello, si no existe una correcta protección, queda expuesta a sufrir diferentes tipos de patologías como alergias, dermatitis, fotodermatosis o fotosensibilización.
Además, la exposición diaria al sol puede provocar efectos negativos en la piel, deteriorando su apariencia y elasticidad, lo que además puede causar envejecimiento prematuro. Por eso, es tan importante usar un protector solar adecuado, sobre todo cuando hay contacto constante con el sol y en las áreas que se ven más afectadas, como la cara y las manos.
El factor de protección solar (FPS) de los protectores solares será el encargado de cuidar la piel. Cada tipo de piel tiene un cuidado específico, por ejemplo, las pieles claras necesitan un factor de protección solar más alto que las personas de tez más oscura; en general se recomienda FPS 30 en todo tipo de piel para uso diario.
Tipo 1: piel muy clara y con muchas pecas. No suele broncearse y se quema siempre, por lo que requiere un FPS de 50 o más.
Tipo 2: piel clara y con pecas. También suelen quemarse con facilidad, pero demoran más en ponerse morenas. Se recomienda un FPS 30.
Tipo 3: piel blanca. Se quema con moderación. Se recomienda, como mínimo, un FPS 30, pero en largos períodos de exposición es conveniente usar uno mayor.
Tipo 4: piel mixta o ligeramente oscura. Se pigmenta con facilidad y en poco tiempo, hasta adquirir un tono de piel marrón intermedio. El FPS mínimo es el de 10.
Tipo 5: piel oscura. Pocas veces se quema, debido a que logra un bronceado rápido e intenso. Se recomienda un FPS 8.
Tipo 6: piel negra. Prácticamente no se quema. FPS mínimo 6.
El factor de protección solar indica el número de veces que los fotoprotectores aumentan su capacidad de defensa natural frente a enrojecimientos o quemaduras. Los protectores solares están compuestos por estos factores, que se encargarán de proteger la piel de los rayos del sol.
UVA: Alcanza totalmente la superficie terrestre; broncean de inmediato, pero su resultado es poco duradero. Tienen la capacidad de atravesar el vidrio y penetran hasta las capas más profundas de la dermis, donde generan radicales libres que provocan alteraciones celulares y causan el envejecimiento prematuro de la piel (arrugas, manchas y falta de elasticidad), además de provocar cáncer.
UVB: Penetran menos que los UVA, pero son más reflejantes; 90% es bloqueado por el ozono y por el oxígeno de la atmósfera y como son más energéticos resultan más dañinos para la biósfera. El daño más grave en el cuerpo es que queman el tejido.
El factor de protección solar (FPS) o SFP por sus siglas en inglés, nos protege de los rayos UVB, y por ende, de las quemaduras graves. Sin embargo, no protege del todo de los rayos UVA y, por lo tanto, no nos ayudan a prevenir por completo enfermedades de la piel y cáncer.
El índice de protección solar ideal para utilizar el protector solar todo el año es SPF 30. También debe especificar en la etiqueta que el protector solar sea resistente al agua y al sudor. Así te asegurarás de que te proteja por un período mayor.
Las fórmulas en gel funcionan de maravilla para la piel grasa y aún más las que son minerales, dado que se absorben más rápido en la piel. En las etiquetas, busca que sean oil free o matificantes.
Tu opción son las lociones livianas, refrescantes y con propiedades hidratantes que evitan que la piel produzca más grasa en su compensación.
Tu piel puede usar prácticamente cualquier fotoprotector y, por eso, lo mejor es optar por los que son de amplio espectro, suavizan la textura y unifican el tono.
Los protectores solares en crema o leche están hechos para ti, y más aún los que poseen ingredientes naturales hidratantes.
Busca fotoprotectores minerales o físicos que no tengan fragancias para evitar enrojecer y lastimar la tez.
Los protectores solares con componentes antioxidantes, nutritivos y reparadores te caen como anillo al dedo. Inclínate por aquellos que tengan más de 35 FPS y que te defiendan de los diferentes tipos de radiación.
Al volver a casa después de estar expuesto al sol deberás instaurar una rutina para reparar tu piel. Esta debe constar de los siguientes pasos:
Otro producto recomendable para la protección es la aplicación de un sérum antioxidante al acabar el día si hemos estado muy expuestos al sol, como por ejemplo uno de vitamina C para recuperar la piel de las agresiones de la jornada.